LOS MUNDOS DE ALICIA
Hay salas que se juegan. Y hay salas que se viven. Los mundos de Alicia pertenece, sin duda, al segundo grupo. Una experiencia que no solo se resuelve, sino que se siente, se escucha, se huele y se sueña. Una inmersión total en un universo fantástico que, para quienes amamos el escapismo temático, roza la perfección.
Lo he jugado ya tres veces, y las tres he salido igual: con una sonrisa tonta y el corazón lleno. Porque esta sala no se limita a recrear el mundo de Alicia: lo expande, lo celebra y te mete dentro de él como pocas pueden hacerlo. Desde el primer instante, el escenario —cuidadísimo hasta el último detalle— te transporta de lleno al universo de la película de Disney, con sus colores imposibles, sus personajes excéntricos y, sí, sus canciones, que le dan una magia especial al recorrido.
La ambientación es una auténtica pasada. Cada estancia es como abrir una página distinta de un libro de fantasía, con efectos sensoriales, iluminación y sonido que convierten la experiencia en algo totalmente envolvente. Es imposible no dejarse llevar.
Las pruebas están al nivel de esa puesta en escena: variadas, creativas, sorprendentes y diseñadas para los cinco sentidos. Aquí no solo hay que pensar, también hay que tocar, oler, escuchar y dejarse llevar por lo inesperado. La dinámica está muy bien medida, con momentos para cooperar, para descubrir y para disfrutar en grupo.
Otro punto a destacar es que la sala es ideal tanto para adultos como para familias. Es accesible, divertida y mágica sin perder profundidad ni reto. Sea cual sea tu perfil como escapista, vas a salir encantado. Y con ganas de volver.
Porque esa es, quizá, la mayor virtud de Los mundos de Alicia: no es solo un juego, es una experiencia emocional. Una que se te queda en la memoria como un sueño bonito del que no quieres despertar.
Una sala para jugar, para revivir y para recomendar sin parar. Chapeau.
